El concepto de microbiota y su relación con la salud digestiva está muy presente en nuestros días. A raíz de la actual pandemia COVID, el interés por la salud global y el bienestar se ha incrementado de forma significativa. Es muy probable que muchos de vosotros hayáis protagonizado digestiones complicadas, aparición de gases de forma repentina o inflamaciones anómalas y no cotidianas. Vamos a hablar de todo ello y a aclarar algunos conceptos que te ayudarán a entender tu cuerpo y a cuidar tu salud. ¡Sigue leyendo!
Tener una adecuada salud digestiva es sinónimo de equilibrio en la microbiota, además de aportarnos calidad de vida y bienestar. Poder comer de todo, disfrutarlo y no sufrir de malestar digestivo sin causas justificadas, es señal de un óptimo equilibrio en la microbiota. Cabe destacar que existen casos patológicos de origen genético, que pueden dificultar el bienestar digestivo continuado. Cuanto más adecuados sean los hábitos alimenticios instaurados, menor será la sintomatología de cada caso, además del importante papel preventivo que posee mantener la microbiota equilibrada.
¿Qué es la microbiota?
En nuestro sistema digestivo, capitaneado por nuestro estómago e intestino, mora la famosa microbiota. Es toda esa comunidad de famosas bacterias vivas que pueblan nuestro tracto intestinal y que, sin saberlo, velan por nuestro bienestar. Esta, en un estado de salud adecuado, se halla en equilibro.
Para que lo comprendáis, de forma muy sencilla y simplificada, existe una proporción perfecta entre bacterias beneficiosas y patógenas. Las unas y las otras viven en perfecto equilibrio, es decir, en una relación simbiótica. Si se da un estado de descompensación se denomina disbiosis intestinal.
Se han documentado diferencias notables en la microbiota de personas con determinadas patologías como el SOP o la propia obesidad, frente a otras que no la padecen. Este aspecto se está estudiando en profundidad en la actualidad, con el fin de obtener una información más amplia sobre cómo afecta la alteración microbiótica en distintas patologías.
Del mismo modo, se estudia su posible efecto sobre aspectos emocionales: estados de ánimo, cognición, depresión, ansiedad, etc. Es el famoso eje “gut-brain”, a través del cual el sistema nervioso y el tracto gastrointestinal se intercomunican.
¿Qué función tiene y por qué es tan importante?
- Interviene en la síntesis de vitaminas: B12, K, B1 tiamina, B2 riboflavina. Este grupo de vitaminas es fundamental por su intervención en diversos procesos metabólicos, además del crecimiento y regeneración celular.
- Sintetiza ácidos grasos de cadena corta (AGCC), los cuales intervienen en el correcto estado de la mucosa protectora del intestino y poseen la capacidad de influir en los genes reguladores de la proliferación celular.
- Apoyo al sistema digestivo y absorción, de ella depende como nuestro intestino absorbe determinados nutrientes, por ende, en el metabolismo energético.
- Protección frente a la proliferación del grupo de bacterias nocivas, así como frente a infecciones por otros microorganismos patógenos: es el llamado efecto barrera.
- Este efecto barrera protege la mucosa intestinal. Si esta se destruye, puede ser causa de malestar debido a la desprotección frente a bacterias patógenas, toxinas o restos de nutrientes no digeridos. Esta disfunción fisiológica se conoce como alteración de la permeabilidad intestinal.
- Interviene de forma directa en nuestro metabolismo, tanto que hasta podría afirmarse que forma parte de él.
- En el intestino, como uno de los principales órganos linfoides, se concentran aproximadamente el 60-70 % de los anticuerpos de nuestro organismo.
Además, es importante la buena función de las enzimas digestivas propias, segregadas por distintos órganos (estómago, páncreas y en la propia saliva). Algunas patologías cursan con deficiencia enzimática, lo cual hace que determinados alimentos tengan una digestión difícil o incluso, incompleta, lo cual conlleva la malabsorción de los nutrientes y una posible desnutrición: proteínas (lácteas, musculares, huevo), azúcares (fructosa, lactosa).
¿Qué alimentos nos ayudan a preservar el equilibrio de nuestra microbiota?
Sabemos que es clave llevar una dieta variada y equilibrada, de forma general, para estar sanos y mantener una adecuada composición corporal. Sumamos otra razón esencial a lo anterior: preservar la microbiota en perfecto estado de equilibrio.
- Prebióticos: alimentos que contienen nutrientes no digeribles con capacidad para alimentar a la microbiota “buena”. Entre ellos encontramos la fibra vegetal (FOS, inulina, pectina, hemicelulosa), el almidón resistente (plátano poco maduro, patata, avena, legumbres, verduras cocinadas y enfriadas durante 24 horas y luego recalentadas).
- Probióticos: aquellos alimentos que contienen microorganismos vivos (lactobacillus, bifidobacterias), con capacidad de colonizar. En este grupo destacan principalmente los fermentados: yogur con bífidus, kéfir, chucrut, miso, encurtidos, etc.
- Simbióticos: combinan los dos anteriores. Con el añadido de la fibra se intenta fomentar la supervivencia de las bacterias hasta alcanzar el intestino y que así puedan “colonizarlo”.
Para más información, consulta nuestro post sobre Prebióticos, probióticos y simbióticos
