Postura de la cobra, ¡no dejes pasar sus beneficios!

postura de la cobra

Especialmente si practicas yoga, es probable que hayas escuchado y realizado la postura de la cobra. De hecho, aunque no tengas vinculación con esta actividad milenaria, o no hayas escuchado nunca el nombre de dicha asana, seguro que la has ejecutado alguna vez con el fin de relajarte y estirar. Y es que es muy popular por su sencillez y efectividad a la hora de proporcionar bienestar al cuerpo y a la mente. Se trata de una postura muy beneficiosa presente siempre en la práctica de yoga y que, además, forma parte del Saludo al Sol. Descubre más, ¡sigue leyendo!

Si sientes curiosidad por la postura de la cobra, pero nunca has practicado yoga, no te preocupes. Es muy sencilla y podrás realizarla sin ningún tipo de dificultad. Eso sí, en función de tu flexibilidad podrás ejecutarla con más o menos facilidad. Por suerte, tú marcas el límite y puedes seguir intensificándolo progresivamente conforme vayas trabajándola. Esta es una gran ventaja, poder observar cómo vamos aumentando nuestras capacidades y evolucionando, consiguiendo cada vez una mejor técnica y, en consecuencia, unos mayores beneficios.

¿Qué es la postura de la cobra? ¿Qué beneficios aporta?

La postura de la cobra es una asana básica de yoga, que se practica ya desde el primer día sin grandes dificultades. Tiene enormes beneficios tanto a nivel físico como mental:

  • Fortalece la musculatura de la espalda.
  • Activa glúteos, core y piernas y los fortalece.
  • Moviliza la columna y trabaja la flexibilidad.
  • Expande el pecho.
  • Estimula los órganos de la zona abdominal.
  • Mejora la circulación sanguínea.
  • Aporta energía.
  • Libera tensión física y mental.
  • Calma y relaja.
  • Aumenta la concentración.
  • Dota de una mayor conciencia corporal.
  • A nivel emocional relaja, equilibra, aporta seguridad y tranquilidad.

postura de la cobra

¿Cómo se realiza?

La postura de la cobra es una postura de extensión hacia atrás. Para realizarla, debes seguir los siguientes pasos:

  • Túmbate boca abajo con el cuerpo alargado y apoya las palmas de las manos en el suelo, flexionando codos, a la altura de la axila.
  • El cuerpo está alargado, los dedos orientados hacia delante, los antebrazos paralelos al suelo, de momento, y la frente apoyada en el suelo.
  • Trata de estirar la parte posterior del cuello, como si quisieras crecer, y de no subir los hombros. Mantén estos lejos de las orejas.
  • Ahora eleva la cabeza separándola del suelo sin mover los brazos ni el resto del cuerpo. Trata de elevar progresivamente nariz, barbilla, pecho… y, una vez observes que no puedes seguir subiendo, empuja con las palmas de las manos el suelo y sigue elevando mientras extiendes, muy poco a poco, los codos.
  • Detente cuando empieces a sentir dificultad para mantener la postura sin perder el control del cuerpo.
  • Aguanta unos segundos y baja poco a poco, volviendo a la posición inicial. Repite varias veces atendiendo la respiración. Subo al inhalar, bajo al exhalar.

No te agobies si de primeras la flexibilidad de tu columna no te permite una gran extensión. Es cuestión de tiempo que mejores y vayas observando una gran evolución. Cuando ya se tiene un nivel avanzado, no solo se lleva a cabo la postura de la cobra con una mayor contorsión, sino que pueden adaptarse distintas variantes para aumentar la exigencia de la asana. Empieza a trabajarla y experimenta el gran bienestar a todos los niveles.

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