Rutina para reducir el estrés en la oficina

Si tienes un trabajo en el que muchas veces te sientes al límite, echa el freno. Siempre escuchamos que debemos dejar aquello que no nos hace bien. Sin embargo, no siempre es fácil ni tenemos la posibilidad inmediata de hacerlo. No obstante, generalmente hay cosas que podemos hacer para mejorar la situación, como esta rutina para reducir el estrés. ¿Te apuntas?

Es posible que a menudo te sientas sobrepasado/a por multitud de situaciones en tu jornada laboral. Estas pueden ser propiciadas por el entorno o por la presión que te impones tú mismo/a. Sea el motivo que sea, no dejes que el estrés se apodere de ti. Cuando notes que empieza a aparecer de una forma significativa, dale al pause en lugar de seguir alimentándolo. Te contamos, paso a paso, una rutina muy efectiva para aliviarlo hasta hacerlo desaparecer. Suena bien, ¿verdad?

Rutina para reducir el estrés en la oficina

  1. Siéntate correctamente con la espalda alargada y la mirada al frente y toma varias respiraciones profundas.
  2. A continuación, lleva la cabeza de lado a lado aguantando cinco segundos en cada uno.
  3. Ahora, entrecruza los dedos de ambas manos, llévalas tras la cabeza y ejerce una ligera presión llevando la mirada hacia el suelo. Tu sensación debe ser la de querer tocar el pecho con el mentón, pero sin forzar.
  4. Dejando las manos tras tu cabeza, recupera la posición inicial y empuja con los codos hacia los laterales y hacia atrás como si quisieras que ambos se tocasen. Debes notar cómo se alarga la zona cervical.
  5. Desde la posición anterior, lleva la mano izquierda sobre el codo derecho y empuja hacia tu cabeza. La palma de la mano derecha está entre las escápulas. Cambia de brazo.
  6. Vuelve a entrecruzar los dedos y, esta vez, lleva las manos hacia delante redondeando la espalda. Dirige la mirada hacia tu ombligo y mantén la posición en torno a 10 segundos.
  7. Tal y como estás, lleva ambas manos entrecruzadas hacia el techo y moviliza los hombros, satisfaciendo tus necesidades en ese momento.
  8. Aleja la silla de la mesa y deja caer el tronco hacia el suelo, con las piernas separadas y el cuerpo entre ellas. No lo controles, déjalo caer por su propio peso. Hombros, brazos, cabeza… ¡Relax!
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