Permitir que algo o alguien se aleje cuando ya no debe formar parte de nuestra vida es una enseñanza dura, pero necesaria para la vida. Y es que se trata de un proceso natural que con frecuencia se repetirá con el paso del tiempo. Sin embargo, el hecho de que sea normal, no lo convierte en algo sencillo, especialmente cuando debemos tomar nosotros la decisión y dar el paso. Hoy te damos algunos consejos para dejar ir, así como reflexiones que te ayudarán a asumir que si algo ya no tiene que estar es importante dejarlo marchar. ¿Te sientes identificada o identificado? Sigue leyendo.
Son muchas las situaciones que pueden ponernos en una posición difícil y que nos obliguen a dejar ir: el fin de una relación sentimental, un cambio de hábitos, la pérdida de un ser querido, un cambio importante en nuestra vida, una ruptura con una parte de nosotros o el avance hacia una nueva etapa vital son algunas de ellas. Es lógico que romper con algo o alguien con quien nos une un vínculo especial causa sufrimiento y, si estás en una situación parecida a la que describimos, es probable que incluso de duela leer este post y asumir que debes dejar marchar. Pero lo cierto es que, en la mayoría de los casos, lo que espera más adelante es positivo y merece la pena.
Hay situaciones contra las que no podemos luchar y que nos hacen pensar que ojalá no hubieran ocurrido. Sin embargo, soltar el control, asumir y dejar ir proporciona liberación, calma y estabilidad emocional; nos permite seguir avanzando sin esas personas o lugares sin que eso signifique olvidarlos. Por lo tanto, es esencial trabajar este aspecto y no perderlo de vista.
Es fundamental que estos procesos, en ocasiones complejos, se gestionen de la manera adecuada. Por lo tanto, si atraviesas uno de ellos y no sabemos cómo abordarlo, te recomendamos que busques ayuda psicológica. No solo te dará herramientas para avanzar, sino que lo harás con la seguridad de estar sanando por el camino.
Consejos para dejar ir
Estos son algunos aspectos que pueden ayudarte en el proceso:
Cambia la perspectiva
Aunque cada proceso es distinto, pues cada persona lo vive de una forma particular, es una buena idea cambiar la perspectiva desde donde observamos el cambio. Aun sabiendo que es doloroso, podemos aparcar esa asociación con el sufrimiento y el dolor y empezar a pensar que algo mejor nos espera una vez pasada la transición. Cuando dejamos ir a personas que ya no nos aportan lo necesario, podemos evolucionar por nuestra cuenta y seguir creciendo. Lo mismo ocurre cuando dejamos atrás ciertos hábitos, un trabajo que no nos gusta, una vivienda que no cumple nuestras necesidades o una ciudad que ya no nos satisface. Dejamos atrás para poder mirar hacia delante y abordar una nueva etapa con su correspondiente crecimiento.
La paciencia, tu mejor amiga
No esperes que los nuevos cambios se den de manera inmediata. Es un proceso que necesita tiempo y que dará lugar a nuevas experiencias si intentas no caer en la frustración y el desánimo. Ahora bien, dejar sentir la tristeza cuando llega es también un acto de sabiduría, pero recordando siempre que cuando esta se descontrola o se instala, es importante recurrir a un profesional. Todo duelo necesita tiempo y espacio y tú debes permitirte vivirlo según tus necesidades.
Piensa en lo que mereces
Cuando debes tomar la decisión de dejar ir a ciertas personas, reafírmate en lo que realmente mereces. Es frecuente convertir los miedos en excusas para evitar el proceso, pero háblate con sinceridad y recuerda siempre que mereces lo mejor.
Reflexiona
Piensa en cuánto dolor soportas quedándote en un lugar en el que ya no te reconoces; acepta lo que allí fuiste (persona, lugar o etapa), lo que aprendiste y lo que a partir de este momento deseas ser; observa y, si estás experimentando más tristezas que alegrías, quizá sea hora de cambiar el rumbo hacia tu propia evolución.
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