5 Falsos mitos sobre la meditación

El interés de algunas personas por aprender a meditar y sumergirse en esta apasionante práctica es cada vez mayor. Muchos buscan en este hábito una manera de calmar de algún modo sus emociones o las herramientas para afrontar el día a día. Sin embargo, hay algunos conceptos asociados que distan mucho de lo que significa realmente. Hoy queremos compartir contigo 5 falsos mitos sobre la meditación que tal vez te ayuden a definir mejor qué es y qué no es meditar.

En la actualidad, el estrés forma parte de la vida de muchos. Hay quienes miran el reloj y sienten que le faltan horas, incapaces de cumplir con todo lo propuesto; haciendo malabares entre la vida personal y profesional; queriendo llevar adelante una serie de hábitos de autocuidado y estar presente en los planes organizados a su alrededor. Todo ello, por supuesto, con la mejor de las sonrisas y el aspecto más actualizado y cuidado. ¿No te estresa solo de imaginarlo?

En este contexto, mucha gente concluye que necesita una actividad como la meditación, que le permita desconectar y equilibrar la balanza. Sin embargo, antes de embarcarse en nuevas propuestas en busca de calma, es fundamental priorizar y organizar la rutina. Distinguir las cosas más urgentes de las importantes o incluso innecesarias te ayudará a llevar un orden en tu vida.

La «falta de tiempo» se traduce muchas veces en «falta de organización». Y es que creer que la meditación arreglará nuestra vida y que si no lo hace es que no nos funciona… es el primer paso para caer en la frustración y en el abandono de la práctica introspectiva.

meditación

Mitos sobre la meditación: ¿qué NO es meditar?

La meditación tiene tantos beneficios cuando es entendida como lo que es… y no como una utopía en la que todo se arreglará a nuestro alrededor por arte de magia desde el primer intento. Sin duda merece la pena intentarlo, pero no sin antes comprender en qué consiste. Por eso, hoy vamos a hablarte de 5 falsos mitos sobre la meditación:

Dejar la mente en blanco

Tal vez este sea una de las asociaciones más populares sobre la meditación. Quizá te sientas identificado y alguna vez hayas forzado dejar de pensar, creyendo que la meditación consiste precisamente en esto. Desde hoy ya sabes que no es así, no podemos dejar de pensar ni es necesario conseguirlo. Nuestra mente genera pensamientos y no es natural pretender apagarla, pues podríamos estar toda la vida tratando de conseguirlo sin resultados.

La meditación consiste en entrenar la atención. Lo que esto significa es observar en un momento concreto lo que ocurre dentro de nosotros, ya sean pensamientos agradables o desagradables; preocupaciones, tristeza, felicidad, agradecimiento, etc. Dejar que los pensamientos y las emociones dancen, agradecer su presencia y dejar que fluyan. No te confundas: aprender a meditar requiere práctica y autodescubrimiento. Pero bajo ningún concepto consiste en forzar que algo ocurra y mucho menos dejar la mente en blanco.

Escapar de la realidad

Hay quienes recurren a la meditación porque enfrentan situaciones complicadas o les cuesta afrontar las circunstancias que atraviesan. Pero meditar para escapar de la realidad y evadirse de los problemas no es acertado. La meditación puede ser un refugio en un momento dado, pero esta no cambiará las circunstancias.

Lo que sí hará, de una forma progresiva y bajo la disciplina en la práctica, es adaptar nuestra manera de afrontar la vida. Así, aunque no cambiará los problemas, sí puede transformar nuestra actitud frente a ellos. Es así como nos sana y libera, mediante la aceptación y la capacidad para asumir que no podemos tenerlo todo bajo control.

Una técnica para relajarse

Este es otro de los grandes mitos sobre la meditación. Meditar nos equilibra con el tiempo, nos hace más auténticos y conocedores de nuestro interior. Si bien el fin no es controlar nuestros pensamientos y emociones, paradójicamente nos hace sentir más capaces de actuar con serenidad y decisión a pesar de no tener el control de todo lo que ocurre a nuestro alrededor.

De la misma forma, aunque nos proporciona calma, no es una técnica de relajación que nos induzca al descanso o al sueño profundo. Y es que, precisamente, el fin de meditar es estar más vivos y despiertos que nunca. Meditar a primera hora del día energiza, revitaliza y enciende la chispa para una vida consciente y satisfactoria. Sí reduce síntomas asociados al estrés, los nervios o la ansiedad, pero es un efecto colateral al conseguir vivir en el momento presente.

Técnicas de relajación o visualización pueden ayudarte a descansar y conciliar un sueño reparador, pero la meditación va más allá.

Desaparecerán los problemas

Como ya hemos mencionado, la meditación no es una varita mágica. Si recurres a ella porque atraviesas un momento complicado, no esperes que los problemas se esfumen de un momento a otro. Meditar tiene efectos en tu interior, no en tu exterior. Ahora bien, si lo piensas de este modo, cuando algo cambia en nosotros, percibimos lo que nos rodea de un modo diferente. No medites para que las circunstancias cambien, sino para transitarlas desde el aprendizaje, la sabiduría y la evolución. Lo aprendido viajará contigo para siempre.

Reflexionar no es meditar

Tomarse un respiro en el día a día, sentarse cómodamente y reflexionar acerca del día, de nuestras inquietudes y propósitos es maravilloso y necesario, una forma de autocuidado. Es una idea genial hacerlo, incluso tomando notas en un diario de aquello que más nos interesa recordar o modificar. Sin embargo, esto no es meditar.

Meditar es asumir nuestros miedos, vulnerabilidad y presencia. Es redescubrirnos y observar qué sucede sin forzarlo ni pretenderlo, de manera orgánica y natural. Es limpiarnos de prejuicios y liberarnos.

Ahora que ya conoces algunos falsos mitos sobre la meditación, es necesario comprender que los cambios se van gestando desde el primer día de práctica, pero pueden hacerse evidentes mucho después. Al echar la vista atrás y observar el punto en el que estamos tras un largo tiempo meditando, podremos comprobar los grandes beneficios que nos proporciona. Una nueva forma de ver el mundo mucho más amable y respetuoso, no solo con el entorno, también con uno mismo.

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