Seguro que en más de una ocasión has oído la popular frase «es que yo soy así» cuando alguien te ha fallado o decepcionado y, posteriormente, ha echado mano a este fácil recurso para excusarse. Puede que seas tú mismo quien haya dicho esas palabras para justificar un comportamiento o actitud que no ha gustado a un tercero. Como nos ha contado nuestra psicóloga de Vikika Team, Natalia (@natalia.vikikateam), esto tiene mucho que ver con la «responsabilidad afectiva». ¿Has oído hablar de ella?
Para evolucionar personalmente es necesario prestar atención a algunas actitudes y tomar conciencia de ellas. Conocerse a uno mismo es un camino verdaderamente apasionante que nos permite adquirir herramientas más eficaces para enfrentar los diferentes retos de la vida. Identificar nuestras emociones y ser capaces de mejorar algunos aspectos de nuestro comportamiento es fruto de un entrenamiento a nivel de introspección y aprendizaje. Si llevas un tiempo queriendo sanar algún conflicto o compartir tus emociones con un profesional de la psicología, en Vikika Team puedes hacerlo a través de nuestras sesiones de psicología, sueltas o en bonos de 5 o 10.
¿Qué es la responsabilidad afectiva?
Hablábamos a inicio de este post de la responsabilidad afectiva. ¿Sabes de qué se trata? Como nos cuenta Natalia, esta «hace referencia a que nuestras acciones tienen consecuencias en los demás. Por tanto, debemos actuar desde el respeto, la empatía y el cuidado del vínculo». No es ninguna sorpresa el hecho de que nuestro comportamiento tiene una repercusión en el entorno.
Muchas veces la reacción negativa de un tercero vendrá determinada por motivos ajenos a nosotros que no podremos controlar. Pero cuando dicha reacción está motivada justificadamente por algo inadecuado que hemos dicho o hecho, debemos hacernos responsables de ello y tratar de llegar a un entendimiento; «es que yo soy así» pocas veces tendrá un beneficio para ambas partes.
Nuestra psicóloga nos enseña que «utilizar la frase “es que yo soy así” suele tener que ver con la falta de responsabilidad afectiva y una baja capacidad para asumir consecuencias negativas de nuestros actos en los demás». Natalia nos asegura que todos podemos cambiar, asumiendo nuestras responsabilidades y pidiendo perdón si cometemos errores o hacemos daño; intentando reparar la situación y aprendiendo para poder hacerlo mejor la próxima vez.
Y es que una cosa es asumir que nadie es perfecto y que todos cometemos errores; otra es conformarse con cometerlos reiteradamente, aun sabiendo que podemos estar dañando a las personas que nos rodean. Así que ya sabes, la próxima vez que te sientas tentado a decir «es que yo soy así», echa el freno y reflexiona acerca de tus acciones y de la responsabilidad afectiva. No hay nada más humano que errar, y ser capaces de asumir responsabilidades nos llevará por el apasionante camino de la evolución.
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